PROBLEMÀTICA DEL AGRO: TENENCIA DE LA TIERRA EN EL PERU EDGAR. C. BAZÁN |
Respecto a la tenencia de la tierra, nos obliga hacer un análisis retrospectivo ubicándonos en el escenario de la década de los 60, cuando la efervescencia del campesinado latinoamericano pugnaba por la reivindicación de sus derechos, la estrategia del capitalismo norteamericano orquestó toda una propuesta que consistió en los golpes militares para administrar y gubernamentar los estados, pero el fin supremo de esta estrategia no fue la reivindicación justa y cabal de dichos reclamos, ni el fin de la inequidad social que hasta la fecha subyace, sino que el propósito imperial fue apagar la hoguera social del campesinado, promocionando la TENENCIA DE LA TIERRA a través de una pseudo expropiación a los latifundistas, terratenientes para distribuirlos a los campesinos bajo el cliché populista de “gobierno revolucionario” . Esta decisión política explicitado con bombos y platillos, legalmente nunca tuvo reglas claras a favor del campesinado; de manera tal que los terratenientes de la década de los 70, hoy en el segundo decenio del siglo XXI han recuperado nuevamente la tenencia de las parcelas distribuidas, recurriendo a una serie de mecanismos oscurantistas del propio sistema, para corresponder las exigencias del modelo económico neoliberal, consistente en las cadenas productivas para la exportación, programa que requiere la tenencia de grandes extensiones de terreno concentrados en manos de algunos empresarios, que otrora se denominaron latifundistas, terratenientes.
La actual tenencia de la tierra por parte de los agricultores y el campesinado en zonas estratégicas, ha pasado a ser administrada en cuanto al sistema de cultivo bajo nuevas formas muy sutiles, pasando el pseudo dueño a una situación de exclusión temporal de la actividad agrícola, en tanto las EMPRESAS al ritmo de la aclamada inversión, están ampliando en el campo agrícola, grandes extensiones de cultivo de las plantas industriales como la caña de azúcar, espárragos como cultivos exclusivos. Pero el asunto gravitante, no es el cambio de cultivo de especies, sino la forma indignante del cultivo , ya que las empresas cultivan el terreno, invierte economía en los insumos, mantenimiento y pago de personal y otros gastos, cuando llega la época de cosecha, se minimiza la calidad del producto agrícola y se sobrevaloran los costos de producción, y a la hora de equilibrar los costos de inversión con el monto de la venta del producto, el diferencial de dividendos es absorbida por la empresa, quedando una irrisoria suma para el propietario o parcelero; esta es una de las formas de cómo viene obrando el modelo capitalista, una actitud salvaje cuando la mirada se hace desde el enfoque antropológico, cuya esencia es el humanismo social, y no el enfoque mercantilista, que concibe al hombre como un objeto de mercancía, aduciendo “competitividad, calidad, eficacia, eficiencia, globalización, capital humano etc”. Y, esto no es todo, otra de las formas de expropiación legalizada de las tierras del campesinado, es que el “parcelero” accede a los préstamos financieros de la banca privada previa hipoteca de su parcela, que en muchos casos han terminado desalojados de sus parcelas y del sueño de JUAN VELASCO ALVARADO.
A propósito de la ley de la oferta y la demanda, la última crisis cíclica del modelo neoliberal en cuanto a la economía mundial, constituye una evidente crisis de su propia estructura, lo cual a su vez constituye el fracaso del pensamiento Keynesiano y el fin de la historia de Fukuyama; cuyos indicadores se pueden objetivar en el corazón mismo del Wall Street bajo las modalidades fenoménicas de recesión, deflación camino a la estanflación. Frente a esta situación el estado que siempre asumió el papel de un simple observador de la oferta y demanda, hoy ha tenido que asumir el papel de salvavidas con una inversión millonario proveniente del erario nacional (tributación del pueblo) a fin de reflotar el capital de algunos banqueros privados; surgiendo la fórmula maravillosa que no tiene cabida ni en la lógica formal ni la lógica dialéctica : “cuando el negocio privado de los banqueros marcha viento en popa, no se requiere la participación del estado, no se revierte la rentabilidad a favor de la inmensa mayoría de familias que han aportado con su demanda; pero cuando el negocio privado entra al agujero negro de la crisis económica, claman la intervención del estado, a fin de que las aportaciones tributadas por el pueblo puedan salvar la crisis de la organización privada”.
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